¡Quién sabe si la Providencia, que tiene en sus manos la suerte de los Estados, ha querido guardar este hombre, que tantas veces ha escapado a la destrucción, para volver a reconstituir la República bajo el imperio de las leyes que permiten la libertad sin la licencia, y que hacen inútil el{182} terror y las violencias que los estúpidos necesitan para mandar!