El asesino tímido

los jóvenes, si tienen miedo a algo, es a dejar de serlo, a convertirse en adultos con ataduras, rutinas, responsabilidades, de ahí proviene la urgencia y el ahínco y la pasión que ponen en ser jóvenes, en dedicarse a eso, a disfrutar y alargar cuanto puedan las prerrogativas de una edad llena de posibilidades y nuevas experiencias y casi, casi, sin obligaciones

el común de los mortales está demasiado ocupado en los afanes del quehacer diario: trabajar, comer, dormir, criar a los hijos, pagar las deudas, y no tiene tiempo ni ganas de reflexionar sobre ello. El sentido de la vida, dirán, es sobrevivir. ¿Para qué?, preguntan los filósofos y los teólogos y los poetas. Pero la pregunta queda sin respuesta.

si yo en puridad debiera estar muerta, estos años de regalo puedo vivirlos como quiera, ya no tengo la obligación de justificar mi existencia, ni de aplicarme a un quehacer serio y rentable, la locura me exime de toda responsabilidad (o eso he decidido yo, de un modo del todo irresponsable).

A juicio de Camus, la revelación del absurdo nos incita a romper con la inercia de la costumbre, pero tal vez sucede lo contrario, la conciencia de la futilidad de la vida nos lleva a construirnos un orden propio, una rutina con sus reglas repetidas y así crearnos una ilusión, un simulacro de propósito, de senda que nos conduzca a algún sitio

Y ése es el absurdo de la condición humana, vivir como si nuestros actos tuvieran un sentido y un propósito, ansiando que llegue mañana, cuando todo en nosotros debería rechazarlo, dice Camus, porque mañana nos mata.

Las cosas se descubren a través de los recuerdos que de ellas se tienen. Recordar una cosa significa verla —ahora solamente— por primera vez.

CESARE PAVESE

los jóvenes, si tienen miedo a algo, es a dejar de serlo, a convertirse en adultos con ataduras, rutinas, responsabilidades, de ahí proviene la urgencia y el ahínco y la pasión que ponen en ser jóvenes, en dedicarse a eso, a disfrutar y alargar cuanto puedan las prerrogativas de una edad llena de posibilidades y nuevas experiencias

con cierta aprensión le pregunté qué decía de mí, temía que mi madre se hubiera explayado con amargura sobre aquella época espantosa en que tanto la hice sufrir, pero mi hermano me aclaró que hablaba sobre todo de sus tres hijos varones, «de Blanca y de ti muy poco». Y quise saber qué era ese poco.

En el vídeo mi madre dice:

—¿Clara? ¡Clara es la sombra de su hermana!

Las novelas que escribo son las rocas que empujo monte arriba, y cuando las termino, compruebo una vez más que no responden a las expectativas que había concebido, que de nuevo he fracasado y no tengo más remedio que volver a empezar.

Danilo Kiš dijo que cuando uno ya no tiene nada que perder, empieza a escribir, escribir es un acto de desesperación. Ahorcarse o sentarse delante de la máquina de escribir es el único dilema, afirma Kiš; yo, si bien soy tímida, no valgo para asesina, incapaz de ahorcarme y sin nada que perder, escribo.