Es Nochebuena y la reunión familiar de los Lee se ve interrumpida por un estruendo seguido de un grito que proviene del piso de arriba. En una de las habitaciones, el cuerpo del despótico patriarca Simeon Lee descansa sobre un charco de sangre, con un corte en la garganta.
Cuando llega, Poirot se encuentra con una atmósfera de desconfianza y sospechas mutuas. Parece que todo el mundo tenía sus razones para odiar al anciano.