Es posible que tu hijo pertenezca al 15–20 por 100 de los niños que nacen con una alta sensibilidad, es decir, que llegarán a ser personas muy reflexivas, que se mostrarán sensibles ante cualquier sutileza y que se abrumarán con facilidad. Estas cualidades pueden hacer que el niño sea muy inteligente, meticuloso y creativo, pero que en ocasiones también parezca tímido y retraído, inadaptado, quisquilloso, o incluso que tenga una mala conducta.
La psicoterapeuta Elaine N. Aron demuestra en este sorprendente libro que si tu hijo actúa de una manera excesivamente inhibida o exigente, o da muestras de que puede padecer alteraciones como el TDC (trastorno
de déficit de atención) o el síndrome de Asperger, cabe la posibilidad de que sea tan sólo una persona altamente sensible. Educados con la comprensión, los cuidados y las atenciones adecuadas, estos niños pueden convertirse
en unos adultos sanos, felices y equilibrados.