Y no tenías a nadie que te protegiera.
–Eso sin duda.
–Y eras guapa. Distinta de las demás.
–Oh, bueno...
–Claro que sí. Es importante. Eso cuenta. Tal vez te creíste más fuerte. Ahora bien, él te previno desde el principio, que desde luego podías estar en contacto con él, pero sólo con él, con su persona, con el individuo. Ni hablar de que tomaras contacto con su persona social. Es decir, su medio, su identidad. Ni hablar de que vuestras dos identidades se unieran. No debían entrar en contacto. Te hacía cumplidos relativos a tu persona, desde luego, pero poniendo cuidado en denigrar al mismo tiempo las marcas sociales inherentes a ti por la cultura y la lengua.