Breve historia de la preparación ministerial

Pero el servicio de la Palabra requería no sólo que se leyeran las Escrituras, sino también que se interpretaran. Particularmente aptos para esto eran quienes habían hecho estudios seculares, especialmente de retórica,

Y entre los esclavos y artesanos, para quienes la lectura no era necesaria y para quienes en todo caso había poco que leer, el analfabetismo era común.

El índice de alfabetización en las ciudades grecorromanas —que fue donde primero se abrió paso el cristianismo— era bajo

En las Epístolas Pastorales se señalan características que los obispos y diáconos han de poseer; pero nada se nos dice acerca de su preparación.

Por otra parte, el único modo que tenemos para enfrentarnos al futuro es la experiencia del pasado.

Sin pasado, no sabríamos cómo vivir en el presente. No sabríamos cómo ni cuándo sembrar el maíz, ni cómo cocinarlo, ni cómo sazonarlo

tanto buena como no tan buena,

El pasado nos presenta tan grande variedad y multitud de datos, que es imposible prestarles igual atención a todos ellos.

La crisis está más bien en la falta de conexión entre ese llamado y buena parte de lo que se ofrece en términos de preparación para el ministerio.

Aun cuando el crecimiento numérico de la iglesia no ha de ser la única medida de juicio en cuanto a la efectividad de su ministerio