Cuentos de Asia, Europa & América

Las mujeres se enfrentan a la muerte por inmolación, no al fuego que las cremaría después de la muerte. Se incendian y luego mueren, en vez de que sea a la inversa, como dicta la costumbre.

¿Era necesario que ambos compartieran el suplicio?

donde horas antes no había habido nada en absoluto, ahora estaba todo lo que había en el mundo

Me di vuelta en la cama, pero simplemente no pude dormir, porque podía escuchar cómo los dos circos se acercaban desde el borde del mundo, para levantarse con el sol.

Tina se acercó, risueña, para decir que el hombre de enfrente quería conocerme. Más que eso, él había dicho que quería leer mi libro, ese que él sabía que yo había estado escribiendo, un año antes, mientras él escribía el suyo.

—¿Y qué más dijo? —le pregunté.

—Dijo que sean otros los que apaguen la luz. No él.

Regresaba a casa como el soldado que regresó de la guerra. Vio demasiado, conoció el estruendo, la herida, la muerte, únicamente no conoció el azar de morir.

Con todo, escondidas en la opacidad de la ciudad, yo veía las luces.

ese espacio primitivo que permite que las singularidades de las cosas se muestren en su desnudez brutal

su mirada tenía un brillo febril y desvariado, justo como alguien que hace el amor con el mundo

era necesario enfrentar lo que fuera, como si hubiese algo y fuese superable