Este libro problematiza las violencias como uno de los caminos inexplorados en la crítica del capitalismo y de los aparatos de Estado. A partir de una lectura de El capital, se propone que la crítica de Marx a la economía política es también una crítica de la violencia, no porque constate que existen violencias estructurales y simbólicas que permiten la valorización del capital, sino porque le interesa llamar la atención sobre las condiciones sensibles que permiten su aparición. Así, el autor plantea que estas condiciones sensibles son violencias de segundo orden, cuya función es adiestrar y disciplinar nuestros cuerpos para que la reproducción incesante de la violencia en el mundo tenga sentido. En este ensayo, en definitiva, la hipótesis de que la crítica del capitalismo pueda optar por el estudio de las condiciones de posibilidad de la violencia del modo capitalista de producción — que, a su vez, son también formas de violencia — no deja de sugerir que estas se puedan detener por su equivocidad y profunda contingencia.