Dionisia García, desde los comienzos, ha dejado constancia en sus versos de todo cuanto concierne al ser humano. Junto a esa razón central, advertimos un acercamiento al mundo de los objetos. La mirada al origen, el paisaje, los afectos, la cotidianidad, el tiempo por el que pasamos, y tantos otros motivos que la vida ofrece han sido de su interés, sin desprenderse de ese eje y fundamento que ella llama “humanista”, en cuanto que se refiere a las personas y sus avatares, condición que encontramos de manera expresa en la tercera parte del libro precedente, El engaño de los días. Señales se afirma en la tendencia mencionada, quizá en una vertiente más cruda, salvada por ese resurgir de las cenizas característico de la poesía de la autora.