Decía Octavio Paz que los poemas breves de Aurelio Asiain son frutos verbales, transparentes. Es cierto: en ellos hay sensualidad, vigor e inteligencia. Los objetos y los lugares urden una trama vital en la que lo breve juega a favor de las ideas, sin artificios. En ello la concisión es sugerente, la ironía y la reflexión alcanzan una contundencia poética que supera la del simple aforismo; incluso alguna elegía destinada a otro poeta no aterriza en el dolor, sino que nos envuelve con las palabras más certeras para revelarnos la precariedad natural y la esencia de la vida. La poesía de Aurelio Asiain ha sido reconocida con varias distinciones, desde la juventud del autor. En 1978 obtuvo la Beca Salvador Novo del Centro Mexicano de Escritores. Fue parte del Sistema Nacional de Creadores de 1994 a 1996, y en 1990 obtuvo el III Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe. También ha publicado ensayo y traducción literaria. Urdimbre es un entramado de asombros, el hilo maestro es el lenguaje, la poesía: «Soy la lengua y no sabría / de qué modo se escriben los poemas».