—Estás aquí, viva, y todos los Carusso creen que eres una Gabbana. Yo creo que sí. —Me acerqué un poco más a ella.
—Por ahora… —susurró y se enroscó un mechón de pelo tras la oreja.
En ese instante, con aquel simple gesto, volví a enamorarme de ella. Qui