La tristeza de los ángeles

La sabiduría no se encuentra en nuestro interior; en su lugar albergamos algo que tiembla en lo más profundo de nuestro ser, y quizá sea más valioso.

Aun así, el que se muere nunca nos deja del todo, ésa es la paradoja que nos consuela y tortura a la vez, el que se muere está tan cerca como lejos.

Los pies se mueven, animados por una costumbre ancestral, no saben hacer otra cosa, no se les ocurre nada y se cruzan un instante en cada paso, vaya, tú por aquí, le dice el izquierdo al derecho, contento por esa breve compañía.

siempre es más corto el camino al infierno que al cielo desde el fondo del alma humana

lágrimas, en silencio, esos pececillos transparentes de la tristeza

puede haber una distancia abismal entre la imagen externa de una persona y su vida interior, y eso encierra un aprendizaje, eso debería enseñarnos a no confiar demasiado en las apariencias, quien lo hace se pierde lo esencial

Mira a través de las palabras y todo se vuelve nuevo, sin duda son ellas, más que cualquier otra cosa, lo que cambia el mundo.

El cielo dispone de una cantidad infinita de nieve. Ahí van las lágrimas de los ángeles

una alegría desbordante encierra, en alguna parte, una gran tristeza