¡Vive tu sueño y que nadie te lo robe!
Y así se alientan actitudes egocéntricas, arrogantes y antibíblicas entre los cristianos, fomentando un estilo de vida en el que yo vivo «asociado» a Dios, para que me cumpla mi sueño. Y con esta filosofía puedo justificar todo tipo de decisiones disparatadas, compras por encima de mis posibilidades, deudas, engaño, robo, adulterio… en definitiva todo tipo de pecado que se me antoje porque lo importante parece ser el deseo de mi corazón, no si Dios aprueba lo que hago.