Llanos es una niña de Socovos, le encanta pisar los charcos hasta empaparse y hacer lo contrario de lo que se espera que haga. Su sonrisa es tan ancha que nunca sabes qué camino va a tomar para llegar o irse. Llanos es una adolescente en un internado. «Le gusta ir a la cola, / y sentarse a ver las cosas/ desde otra perspectiva». A veces no sabes qué lejos puede llegar así sentada, se escapa hasta de las colas en las que le gusta ir. Llanos es una mujer, ha recorrido tantos caminos pisando tan fuerte que creerías que ya ha llegado, que escribe para quedarse. Pero no: «Sobrevivir viviendo plenamente/ ser valientes…/Me lo has dicho, nos queda/ lo mejor por vivir, y yo lo creo». Llanos destila la vida en este libro. Nieta del gran poeta Gabriel Guillén cierra el círculo de su abuelo buscando la luz en el día, queriendo la luz en el día, trayendo la luz cada día. Llanos sale aún a pisar agua en las tormentas, lleva dos perros consigo, y su fe en la vida contagia y es inquebrantable: «Hay algo que no sé cómo llamarlo,/incongruente,/que me llena de calma,/que acaricia los nombres/ en cuanto los pronuncio./ Mientras mueve mis pies y no me enseña/ más que curvas abiertas y caminos».