Llegar a ser un empresario exitoso no obedece a una “fórmula mágica” que le permita hacerse rico de la noche a la mañana. Es producto del esfuerzo inteligente, de tiempo y del desarrollo de habilidades empresariales, con el fin, no sólo de generar ganancias para sí mismo, sino también lograr la independencia económica, de modo que el empresario sea próspero; prosperidad entendida más allá de la riqueza material sino la que implica el desarrollo personal.