allí millares o millones de sujetos (es el caso de las redes virtuales) empeñados, cada cual, en destacar una imagen, singularizar un estilo, distinguir una personalidad. Una vez declinado el carácter del individuo, este se ve invariablemente relevado por las imposturas de esa nueva identidad, siempre realizándose hacia afuera, en las retinas del otro, apuntando a una aprobación/apropiación que los seguidores deberán desarrollar de tal reclamo. Digámoslo a manera de eslogan: luego del imperio del look, la dependencia del like.