Declan…, no puedes salvarme, ni tampoco quiero que lo hagas. Tienes que aceptar que solo yo soy responsable de lo que me ocurra. Debes vivir tu vida. Márchate de este jodido pueblo y vive, tío. Has perdido demasiadas cosas por mi culpa y quiero que las recuperes. Hazlo por mí, porque es lo único que no logro perdonarme. Tienes que soltarme de una vez. Debes dejarme ir, ¿lo entiendes? No me debes nada».