Dice Santa que no hay dios aquí, pero ella se equivoca, hay un dios en todas partes, solo que a veces no es bueno y otras veces es sordo, y en ocasiones la selva es tan enorme que los rezos no flotan lo suficientemente arriba ni llegan al cielo. A dios hay que ablandarle los oídos con padrenuestros. Hay que hacerle señales de humo para que baje los ojos y se dé cuenta de que aquí estamos.