Felipa no está contenta. En la escuela le acaban de poner, de compañero de banca, a Cooper, un niño que no puede hablar, justo a ella, la más parlanchina de la clase. Pronto descubre que Cooper sí habla, pero solo a oscuras y solo con ella o con su mamá. La perra de Cooper ha tenido perritos y Felipa se muere por tener uno. Así que acepta la apuesta que le propone Cooper: no decir una sola mentira, por chiquita que sea, durante una semana. El premio será uno de los cachorritos.
¿Podrá Felipa ganar la apuesta? ¿Perderá a su mejor amiga por no poder mentir por ella? ¿Se quedará con el cachorrito que anhela?