Cuando el libro de Alain Grosrichard salió a la luz en París, en 1979, el despotismo tomaba formas nuevas bajo banderas diversas. El contexto en 2023 ya no es el mismo. Sin embargo, la obra se reedita; señal de que trasciende lo coyuntural. Los viajeros occidentales escrutaron el Oriente persa, turco, ruso, y vieron despotismo. Vieron que el déspota es el dueño y monopolizador de la mirada: los demás obedecen ciegamente, y si no, se los ciega. Pero su mirada viajera fue tan intensa que se volvió sobre sí misma para descubrir en sus propios sistemas políticos rasgos de lo que percibieron a ojo desnudo en esos bárbaros tan maltratados desde Aristóteles. Esta es la invitación del libro: reconocer en él la repetibilidad de estructuras históricas más allá del significante que hoy nombra el “despotismo” e identificar lo innovador, lo que cambia, lo singular y único, es decir, el acontecimiento. La estructura es la del poder.