Consciente de su legado histórico a la humanidad, un día, mientras contemplaba el mar, en la isla de su cautiverio final, Napoleón escribió para la posteridad esta frase lapidaria: “Mi verdadera gloria no es haber ganado cuarenta batallas; Waterloo borrará el recuerdo de tantas victorias. Pero lo que vivirá eternamente es mi Código Civil”. No le faltó razón en sus proféticas palabras.