Las pesadillas y recuerdos me han atormentado hasta convertirme en una mujer fría, insegura y temerosa. Por eso guardo mis sentimientos en una caja congelada y rodeada de telarañas, por si pretendieran escapar.
Pero cada vez que Ian besa y adora mi cuerpo, cada vez que su mano acaricia mi piel, las mariposas congeladas se agitan e intentan derribar las murallas que rodean mi corazón. Reclaman su libertad.
¿Puede repararse un alma rota en mil pedazos?