es
Rick Riordan

La tumba del tirano

Notify me when the book’s added
To read this book, upload an EPUB or FB2 file to Bookmate. How do I upload a book?
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    Tendríamos que confiar en que los dioses nos concediesen buena suerte. (Introducir JAJAJAJAJAJAJAJAJA aquí). Y quizá, si la fortuna nos sonreía, podríamos visitar a nuestros viejos amigos del Campamento Mestizo cuando volviésemos de Nueva York. Esa idea me infundió ánimo.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    No sabía qué decir. Normalmente estaba en contra de volver a regalar un regalo, pero en este caso rebosaba gratitud. No recordaba cuándo ni por qué le había regalado a la legión ese arco —durante siglos, los había dado como recuerdos—, pero desde luego estaba encantado de recuperarlo. Tensé la cuerda sin ningún problema. O mi fuerza era más divina de lo que creía, o el arco me reconocía como su legítimo dueño. Oh, sí. Podría hacer mucho daño con esa preciosidad.

    —Gracias —dije.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    —Vamos, Lester. —Reyna me guiñó el ojo—. Cojea conmigo.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    Se refería a Artemisa: Diana.

    ¿Estaba insinuando que mi hermana me echaba de menos, que me lloraba incluso como Thalia lloraba a Jason?

    Thalia debió de interpretar mi expresión.

    —La diosa ha estado fuera de sí —dijo—. Lo digo en sentido literal. A veces se preocupa tanto que una parte de ella abandona su cuerpo y entonces se manifiestan sus dos versiones, la romana y la griega, delante de mis narices. Se enfadará conmigo por contártelo, pero te quiere más que a nadie en el mundo.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    Sonreí a mi hermana. Daba gusto volver a ver aquel ceño fruncido de desaprobación con el que parecía decir: «No me puedo creer que seas mi hermano».

    —Te quiero —dije con la voz ronca de la emoción.

    Ella parpadeó; estaba claro que no sabía qué hacer con esa información.

    —Has cambiado realmente.

    —¡Te he echado de menos!

    —S-sí, bueno. Ya estoy aquí. Ni siquiera papá podría oponerse a una invocación sibilina en la Colina de los Templos.

    —¡Entonces ha funcionado! —Sonreí a Hazel y Meg—. ¡Ha funcionado!
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    Sonreí a la recién llegada.

    —Hola, hermanita.

    Luego me desplomé de lado.

    El mundo se volvió mullido, desprovisto de todo color. Ya nada me dolía.

    Fui vagamente consciente de tener la cara de Diana rondando sobre mí, mientras Meg y Hazel se asomaban por encima de los hombros de la diosa.

    —Casi se nos va —dijo Diana.

    Entonces me fui. Mi mente se sumió en un charco de oscuridad fría y viscosa.

    —Oh, no, tú no. —La voz de mi hermana me despertó bruscamente.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    Término se volvió contra nosotros con tal furia que temí que fuese a convertirnos en montones de formularios de declaración.

    —Ah, sois vosotros —masculló—. Mis fronteras han fallado. Espero que hayáis traído ayuda.

    Miré a la niña asustada escondida detrás de él, salvaje y feroz y lista para saltar. Me preguntaba quién protegía a quién.

    —Ah…, puede.

    La cara del viejo dios se había endurecido un poco más, un hecho que no debería haber sido posible en la piedra.

    —Entiendo. Bueno. He concentrado mis últimos restos de poder aquí, alrededor de Julia. ¡Podrán destruir la Nueva Roma, pero no harán daño a esta niña!

    —¡Ni a esta estatua! —dijo Julia.

    Mi corazón se convirtió en mermelada Smucker’s.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    Frank levantó el palo a la cara de Calígula. El emperador forcejeó y se revolvió, pero Frank era más fuerte; sospechaba que debía de estar echando mano de toda la vida mortal que le quedaba.

    —Si voy a arder —dijo—, que sea brillando. Esto va por Jason.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    Solo había una opción. En el fondo siempre había sabido a qué dios acudir.

    —Seguidme —les dije a Ella y a Tyson.

    Corrí al templo de Diana.
  • Nayeli Cortéshas quotedlast month
    —No hay problema —dijo Frank—. Término, ¿puedes abrir las barreras de la entrada?

    —¿Por qué iba a hacer eso?

    —Vamos a intentar hacer la movida de Wakanda.

    —¿La qué?

    —Ya sabes —dijo Frank—. Conduciremos al enemigo a un punto.

    Término echaba chispas por los ojos.

    —No recuerdo que en los manuales militares romanos aparezca ninguna «movida de Wakanda». Pero está bien.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)