Durante
el siglo XVI en el Mediterráneo se dieron cita estados, gobiernos,
estrategias y tácticas, pero, sobre todo, galeras, convertidas en el
principal instrumento para hacer la guerra. Lepanto se ha planteado siempre
como una lucha religiosa. Este libro, publicado en el 450.º aniversario del acontecimiento, nos muestra cómo esa causa quedaba también subordinada al poder y a mayores beneficios comerciales. Al comienzo de la batalla, el Imperio otomano poseía la armada más grande del mundo; cinco horas más tarde
había dejado de existir, y perdido toda su hegemonía y poder
marítimos. Sin duda, tras enfrentarse a la Liga Santa financiada por Felipe II y encabezada por su hermanastro Juan de Austria, el Turco no estaba
acabado, pero ya nunca volvería a ser el mismo ni a participar en un combate
naval de importancia.