Fragmentos del diario

Me parece que nadie ama tanto todo como yo: artes, música, pintura, libros, mundo, vestidos, lujo, ruido, calma, risa, tristeza, melancolía, broma, amor, frío, sol; todas las estaciones, todos los estados atmosféricos, las planicies tranquilas de Rusia y las montañas alrededor de Nápoles; la nieve en invierno, la lluvia de otoño, la primavera y sus locuras, las tranquilas jornadas del verano y las bellas noches de estrellas brillantes... adoro y admiro todo

estoy todavía en una edad en la que una encuentra embriaguez incluso en morir.

Deberían existir fórmulas para ensoñaciones como las de esta noche, es decir que toda la poe-sía que pasa por la cabeza no debería perderse, sino fundirse en una obra... ¿Acaso podría serlo este diario?... No, es demasiado largo. ¡Ah! Si Dios permitiera que haga mi cuadro, el verdadero, el grande. Este año no será aún sino una suerte de estudio... ¿Inspirado en Bastien?

Para qué entonces haber estudiado, pensado? ¿Para qué el canto, el espíritu, la belleza? ¿Para enmohecerme, para morir de tristeza? Ignorante, bruta, quizá sería feliz.

He llegado a tal estado de enojo que cada fragmento de música que no sea un galope me hace llorar. Con cada ópera me identifico, las palabras más ordinarias me golpean el corazón

Pero, puesto que hablo de publicidad, esta idea de que me leerán, ¿quizás ha arruinado, es decir, aniquilado, el solo mérito de tal libro? Pues ¡no! Durante mucho tiempo escribí sin soñar con ser leída; ahora, siendo absolutamente sincera, lo hago justamente porque espero ser leída. Si este libro no es la exacta, la absoluta, la estricta verdad,

En todo, en todas las ramas de todos los sentimientos y de todas las satisfacciones humanas, soñé más grande que el tamaño natural; si eso no se realiza más vale morir.

¿Por qué mi cuadro no obtuvo una medalla?

¡La medalla! Lo que habrán pensado (muchos de ellos) es que me ayudaron. Ya ha sucedido que les dieran medallas a mujeres que mandaron hacer sus pinturas y, una vez otorgada la medalla, fueron aceptadas por derecho al año siguiente y enviaron los más planos horrores.

Y soy torturada en todos los instantes. Sonrojarme frente a los míos, ¡sentir su condescendencia cuando hablo más fuerte! En las tiendas, temblar a cada minuto; allí, pasa; pero con los amigos, todas las artimañas que utilizo para ocultar mi enfermedad, no, no, no, ¡es demasiado horrible, demasiado espantoso! ¡La pintura y los modelos! No siempre oigo lo que me dicen y tiemblo de pensar que hablen, ¿creen ustedes que no se resiente en el trabajo? Cuando Rosalía está, ella me ayuda; sola, me atrapa el vértigo y mi lengua se niega a decir: Hábleme un poco más fuerte, no oigo bien. ¡Dios mío, tenga piedad de mí! Si no creo en Dios, muero de desesperación al instante. El pulmón vino después de la garganta, y la garganta como consecuencia de lo que sucede en los oídos. ¡Curen eso ahora! Pero siempre me he curado. Fue el doctor Krishaber quien hizo el daño, tras su tratamiento yo...

Lunes 20 de diciembre.

Ustedes no quieren instruirnos y emanciparnos porque creen que desertaremos del hogar conyugal, que ya no zurciremos sus calcetines. ¡Tranquilícense! Haremos la sopa y zurciremos, pero cuando llegue a casa, el hombre encontrará a una mujer capaz de comprenderlo

2 de diciembre.

Piénsenlo, de las 15 mujeres de la Academia Julian, no hay una que no reiría o se persignaría ante la idea de la emancipación de la mujer... He estado a punto de mandar al diablo a esas viles criaturas que no quieren ser tratadas como seres razonables... Rabio de desaliento cuando me encuentro frente a criaturas tan ineptas.