¿Qué mueve a las personas a salir a la calle y sumarse a una protesta cuando eso implica tiempo, esfuerzo y, a veces, el riesgo físico de sufrir represión? ¿Por qué la brutalidad policial, en lugar de desarmar una manifestación, suele empujar a quienes eran espectadores a convertirse en participantes? ¿Por qué los niveles de participación electoral se mantienen incluso en países donde el voto no es obligatorio? Selim Erdem Aytaç y Susan Stokes dan una respuesta original a estas preguntas, que es a la vez un modelo explicativo y un llamado a analizar las democracias actuales considerando las pasiones que atraviesan a los sujetos.
A contrapelo de las visiones dominantes en la ciencia política –que entienden la mayor o menor participación como una elección puramente racional–, los autores sostienen que el verdadero motor reside en aspectos menos visibles pero determinantes: los componentes psicológicos y emocionales, los apegos y los valores íntimos, y la importancia que muchas personas les dan a temas que no las afectan directamente. Así, a partir de estudios de campo y encuestas en diferentes países, analizan los costos de abstenerse, casi ignorados hasta ahora. Frente a una situación que se siente injusta y produce enojo o indignación moral, “quedarse en casa” genera sentimientos de vergüenza o angustia, dilemas internos, y tensiones con grupos de pertenencia comprometidos con una causa a la que se adhiere. Aytaç y Stokes examinan también cuánto inciden en la participación las campañas y los partidos políticos, así como los escenarios de votación polarizados, y se detienen en las motivaciones atrás del voto sincero y del voto estratégico o útil.
Sin suscribir un optimismo ingenuo, este libro –un aporte decisivo para politólogos, estudiosos de la acción colectiva y, en general, científicos sociales— sostiene que las elecciones y las manifestaciones gozan de buena salud y tienen mucho para enseñarnos si queremos entender cómo toma decisiones políticas la gente común.