—Bueno —dijo con voz seca—, ya que te has hecho con el uso de mis habitaciones, tendré que buscar otro alojamiento para esta noche. Desde luego, no me lo pensaría dos veces antes de echarte a ti…, pero haré una excepción por lady Aline.
—Ve a Marsden Terrace —sugirió McKenna con un súbito fulgor travieso en los ojos. Su mirada volvía compulsivamente al rostro dormido de lady Aline, como si le resultara imposible apartar la vista durante más de algunos segundos—. Westcliff está allí solo… Tal vez agradezca tu compañía.
—Ah, espléndido —repuso Gideon en tono ácido—. Podríamos mantener una larga conversación sobre las causas de mi maldito alejamiento de su hermana menor. Aunque, en realidad, no importa. Livia se habrá olvidado de mí dentro de seis meses.
—Lo dudo —replicó McKenna con una sonrisa—. No desesperes. Nada es imposible… y Dios sabe que mi caso lo demuestra.