que la relación de persona adulta a persona adulta empieza a sustituir a la relación de rol a rol, de padre o madre a hijo o hija. En efecto, el colocar a los padres juntos frente a su hijo pone a éste en desventaja porque aquellos, quieran o no, tienden a mantenerse uno al otro en su papel parental; los viejos hábitos relacionales fosilizan las emociones primarias, sepultan las necesidades y asfixian la diferenciación in statu nascendi. El simple hecho de juntarlos y facilitar que compartan sus particulares vivencias de su común historia, en un clima de aceptación, calidez y proactividad puede disolver los malentendidos, desatascar los impasses y liberar su maduración truncada, máxime si el terapeuta los anima a sellar los reencuentros expresando abiertamente sus emociones, abrazándose por el tiempo que haga falta