Tiempo de ganar

Todos somos responsables del barco en que navegamos. Nos conviene que le vaya bien porque nosotros viajamos en él. Es un principio elemental: Por eso, no esperes a que llegue “el jefe” a poner orden. Cada uno de los miembros del grupo debemos dar mantenimiento activo al equipo.

Los empleados que mantienen romances o juegos sexuales en la oficina, trabajan a la mitad de su capacidad. Están siempre distraídos, ocupados en obedecer los instintos hormonales por encima de cualquier otra prioridad.

La ciencia ha demostrado axiomáticamente: que el interés sexual es superior a cualquier otro interés.

Es bueno buscar cambios cuando estamos guiados por el amor a nuestro equipo, a nuestro oficio y a la gente que se nutre de nosotros. Pero es reprobable hacerlo movidos por una obsesión enfermiza de buscar errores, culpar a los demás y exigir a toda costa beneficios personales aunque el barco se hunda.

«Una empresa que se deteriora visualmente, es consecuencia de mentes que se deterioran emocionalmente, de liderazgo al borde del fracaso.

La respuesta fue simple: Tu suciedad nos afecta porque el orden se contagia y el caos también.

Una de las frases discordantes que oí decir a alguien es: “si tengo sucio mi espacio personal ¿eso en qué le afecta a los demás?, después de todo, es mi espacio”.

Motiva a todos en el equipo a que dejen de preocuparse y criticar lo que otros hacen, para que cada uno también haga con excelencia lo que le corresponde hacer.

Hay 7 señales de degradación operativa en las personas que trabajan juntas. Debemos prevenirlas y detenerlas cuanto antes (empezando por lo que hacemos mal nosotros mismos):

1. Fallas por desatención.

2. Descalificación.

3. Deterioro visual.

4. Subversión.

5. Rutinas enviciadas.

6. Juegos sexuales ilícitos.

7. Incumplimiento.

Las personas nos acostumbramos al deterioro. Aunque parezca increíble, se vuelve parte de nosotros y ni siquiera lo percibimos