Pero segundos más tarde, el hombre se tornó violento. No quiero hablar de lo que me hizo. No quiero hablar, pero todavía lo recuerdo…
Es incluso vano decir “todavía lo recuerdo”, porque siempre lo voy a recordar. A veces, en el silencio que precede al sueño, escucho su timbre de voz clarísimo, en un volumen que casi me hace pensar que está a un lado de mi cama, que pronto caerá de nuevo su peso, su brutalidad sobre mí.