Es la segunda muerte de características parecidas que tiene lugar en poco tiempo en el área de París. La víctima, nuevamente, una mujer joven. Asesinada en lo que parece un sacrificio primitivo, ancestral, que se pierde en el horror de la noche de los tiempos. En las paredes el asesino ha vuelto a pintar símbolos extraños con ocre y sangre, y las huellas que ha dejado… resultan incomprensibles. François Taine, el juez de instrucción al que han asignado los dos casos, se persona en el escenario del crimen acompañado de su colega Jeanne Korowa, una joven profesional brillante que oculta a todos una vida personal desastrosa. Cuando aparece la tercera víctima, la investigación se complicará, tras la pista de un ritual prehistórico y una verdad que Jeanne desearía no haber sabido.