¿Cuál es el futuro que le aguarda a la vida consagrada? Nadie lo sabe, pero no convendría olvidar que Dios siempre sorprende con lo improbable y lo inverosímil, según esa costumbre suya de desbordar nuestras planas previsiones. ¿No podemos esperar la irrupción de lo imposible y lo inalcanzable, aunque sea invisible? Tres miradas oportunas y necesarias a la vida religiosa.