El arquetipo de la ‘Bella mujer muerta’, es gravitante todavía en la estética modernista de América Latina. Constituye un nudo simbólico en donde confluyen pulsiones eróticas y de muerte, codificaciones que asocian a la mujer con la naturaleza en su dimensión sublime, pero también como poder destructor. Se configura, además como signo privilegiado de la escritura en su autoreferencialidad.