Aunque por tradición familiar Arthur Conan Doyle estaba destinado a las bellas artes, sorprendió a todos eligiendo la carrera de Medicina, que ejerció durante casi quince años en hospitales, barcos balleneros y consultas privadas. En 1894, habiendo creado ya a Sherlock Holmes y cimentado su fama como escritor, quiso rendir un homenaje a su antigua vocación y publicó La lámpara roja, una colección de relatos, algunos reales, otros ficticios, en torno al ejercicio de la medicina.
Hay entre ellos recuerdos de antiguos médicos desfasados, de la angustia del estudiante en la primera operación de cirugía que debe presenciar, de las dificultades de los comienzos profesionales, de casos misteriosos, extraordinarios, ridículos o trágicos donde «no es necesario dejarse llevar por la imaginación […], porque la realidad siempre supera todo lo imaginable». Pero también se reconoce limpiamente en algunos de estos relatos al autor de Sherlock Holmes: en «El caso de lady Sannox», una daga turca envenenada es instrumento de la más siniestra venganza; en «El lote número 249», un estudiante de lenguas orientales y una momia comprada en una subasta protagonizan una gótica intriga detectivesca. En conjunto, éste es un excelente y revelador volumen, que, junto al clásico Conan Doyle, permite descubrir algunas de sus facetas menos conocidas.