el ensayista y filósofo español Antonio Escohotado en Sesenta semanas en el trópico (2003), que en el transcurso de sus investigaciones sociales de año sabático en el entorno del sudeste asiático, pudo corroborar que un país es tanto más rico como sea el nivel de educación adquirido por sus ciudadanos. Hecho que explica, por ejemplo, la paupérrima situación económica de un territorio gobernado por una estricta dictadura militar como Myanmar (Birmania), a pesar de sus inmensos recursos naturales, frente a la evidente recuperación de otros con muchos menos dones naturales, pero con un capital humano formado y educado, como el caso de Vietnam o Singapur, «los pueblos educados son ricos, con independencia de sus recursos»,