Camila Rowlands

La increíble conexión intestino cerebro

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  • Daniela Arriagahas quoted5 years ago
    La gran diferencia reside en que este cerebro intestinal no está capacitado para generar pensamiento consciente, y por lo tanto ni razona ni toma decisiones. Es decir, el segundo cerebro siente, pero no piensa, aunque sí parece «saber» y «percibir»
  • Panchito Lectorhas quoted6 years ago
    En el Papiro Ebers, uno de los primeros tratados médicos que se conocen (aproximadamente 1550 a. de C.), el corazón «atemorizado» aparece directamente asociado a una mala digestión.
  • Jaquelinne Rchhas quoted4 months ago
    Los doctores de la cuenca del Nilo ubicaban las emociones en los hediondos intestinos y consideraban al estómago como la «desembocadura» del corazón,
  • Jaquelinne Rchhas quoted4 months ago
    Los doctores de la cuenca del Nilo ubicaban las emociones en los hediondos intestinos y consideraban al estómago como la «desembocadura» del corazón, ó
  • Amelia Gonzálezhas quoted10 months ago
    Esta permeabilidad provoca que varias sustancias non gratas se abran paso y reten al sistema inmunitario. La respuesta inmune que sigue da lugar a una inflamación. Cuando esta respuesta inflamatoria se convierte en un estado permanente y repetitivo, afecta a la función de otros órganos, incluido el cerebro.
    La proteína encargada de modular la apertura o cierre de estas uniones intercelulares es la zonulina, cuya función principal
  • Amelia Gonzálezhas quoted10 months ago
    Simplificando y sin entrar en pormenores científicos o nomenclaturas complicadas, podemos decir que la microbiota está compuesta por bacterias beneficiosas (flora de fermentación) y bacterias perjudiciales (flora de putrefacción)
  • Amelia Gonzálezhas quoted10 months ago
    La clave está en la simbiosis. La simbiosis se define como un vínculo asociativo desarrollado por ejemplares de distintas especie
  • Amelia Gonzálezhas quoted10 months ago
    El nervio de la compasión
    El nervio vago –el décimo de los doce pares de nervios craneales– es un nervio fascinante. Entre sus muchas funciones está la de producir esas ondas calurosas que se expanden por nuestro pecho cuando nos emocionamos o algo nos conmueve. Las mismas ondas que provocan esa tibieza interna que sentimos cuando nos abrazan. Por eso se le llama el nervio de la compasión. Este curioso apodo se lo debe al neurólogo Stephen W. Porges, que lo denominó así al descubrir la facultad «amorosa» de gran parte de su actividad.
    En investigaciones recientes varios científicos han tirado del hilo y apuntan a que el sobrenombre es más ajustado de lo que sospechaban. Estos científicos sugieren que la activación del nervio vago está directamente relacionada con sentimientos de cuidado, protección y ética, conclusión a la que llegaron después de observar que individuos que presentaban un alto grado de activación de este nervio en estado de reposo tendían a experimentar y expresar sentimientos elevados de compasión, altruismo y gratitud.
  • César Antoniohas quotedlast year
    lidad se está contemplando la posibilidad –de hecho, ya se empieza a implementar– de añadir probióticos a la dieta de los mayores para así inhibir la proliferación de patógenos y mantener la homeostasis (conjunto de fenómenos de autorregulación, conducentes al mantenimiento de un relativo equilibrio en la composición y las propiedades del medio interno de un organismo) de la microbiota
  • César Antoniohas quotedlast year
    En cuanto al alzhéimer, es fácil llegar a conclusiones similares. El envejecimiento en sí produce una alteración de la microbiota –en realidad el envejecimiento va acompañado de todo tipo de alteraciones orgánicas–. Lamentablemente, a esta alteración de nuestro ecosistema bacteriano que –de momento– podemos considerar natural hay que añadir como ataque adicional los daños provocados por las ­ingentes cantidades de medicamentos (incluidos antibióticos) que forman parte de la rutina diaria de nuestros ancianos, lo que empeora aún más el estado intestinal.
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