Una historia pop de los vampiros

chica muerdecuellos, ya protagonista de sus relatos, se ha manifestado naturalmente bisexual, asumiendo su pasado según la filosofía de Victoria Camps, es decir, haciendo del presunto vicio una virtud y añadiendo nuevos recreos

la violencia del porno, la vampira ha contestado con una sexualidad curiosa que desde el primer momento ha superado la identidad de género. Si hasta los ochenta el hombre la había acotado al lesbianismo, a partir de entonces

Alejandra Pizarnik revisó la figura de Erzsébet Báthory en La condesa sangrienta, el deslumbrante libro de 1965 en el que le otorga el beneficio de la duda al vampiro

Una vampiresa, según el DRAE, es una «mujer que aprovecha su capacidad de seducción amorosa en beneficio propio». Como si el amor de los hombres siempre fuera desprendido. La segunda acepción para vampiresa es «mujer fatal», es decir, una «mujer seductora que ejerce sobre los hombres una atracción irresistible y peligrosa»

La expresión Reina del grito condensa lo que ha significado el primero de los roles femeninos, de la misma forma que con el segundo lo hace el término «vampiresa», mucho más extendido que vampira cuando yo era

Hay un vampiro clásico y una vampira contemporánea, y necesitamos entender ambos para admirar la capacidad de adaptación de un mito que no ha perdido su esencia como receptáculo de angustias y sueños

Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008)

Porque el vampiro clásico, aparte de no fornicar nunca por imposición de la censura, encarnaba el beso perfecto: el más absoluto que se pueda dar, lujuria y dolor en la zona más erógena, allí por donde circula la aorta, cañería de oxígeno que el vampiro dentellea para chupar hasta la última gota.

Drácula no tiene ni que pensarlo. Al igual que las nuestras, sus emociones no son buenas ni malas, solo que él disfruta de la ventaja de no tener que domeñarlas. No concibe la bondad, y por lo tanto, tampoco la maldad. Muerde y ya está.

La religión, con el concurso posterior de la razón y el arte, acabó situando al vampiro como un anhelo de plenitud, de trascendencia en la tierra, de rebeldía contra la providencia escrita, contra la Palabra de Dios