Santa María, madre de Dios, os ofrezco mi vida a cambio de la no-verdad de aquel momento de ayer. La cucaracha con la materia blanca me miraba. No sé si me veía, no sé lo que ve una cucaracha. Pero ella y yo nos mirábamos, y tampoco sé lo que ve una mujer. Pero sus ojos no me veían, la existencia de ella existía en mí; en el mundo primario donde yo había entrado, los seres existen unos en los otros como modo de verse. Y en ese mundo que yo estaba conociendo, hay varios modos que significan ver: un mirar al otro sin verlo, un poseer al otro, un comer al otro, un apenas estar en un rincón y que el otro esté allí también: todo eso también significa ver. La cucaracha no me veía directamente, estaba conmigo. La cucaracha no me veía con los ojos sino con el cuerpo.