El horror es que sabemos que estando vivos vemos a Dios. Con los ojos abiertos incluso vemos a Dios. Y si rechazo el rostro de la realidad hasta después de mi muerte, es por astucia, porque prefiero estar muerta en la hora de verLe y así pienso que no Le veré realmente, del mismo modo que solo tengo valor para soñar verdaderamente cuando estoy durmiendo