Pensó para sus adentros que no importaba: estaban casados y ella tendría que acostumbrarse a su apariencia. Nada podía hacer para mejorarla.
Gytha observaba, en efecto, a Thayer, pero no sacaba las conclusiones que él creía. Sabía que su opinión era parcial, pero seguía convencida de que era un hombre hermoso. El brillante pelo rojo y las numerosas cicatrices causadas por las batallas no le repugnaban. Detuvo la mirada en los amplios hombros, la cintura angosta, las caderas firmes y las largas y musculosas piernas. Tenía un cuerpo fuerte y delgado, con la gracia de un animal. Y el miembro estaba completamente erecto. Gytha se preguntó si algo tan grande podría acomodarse dentro