zona de contacto entre el espacio construido y un «paisaje nacional» que la arquitectura puede abarcar prospectivamente como zona de expansión futura, precisamente al dejarse atravesar por ella. El jardín marca el paso desde la visión exterior y distante del viajero corbusierano a lo que, con Heidegger, podríamos llamar coligación: como el puente que, al poner en relación la corriente del río, los barrancos y las orillas, «coliga la tierra como paisaje en torno a la corriente» (Heidegger, 1994: 5), el jardín del paisajismo latinoamericano establece en la juntura entre arquitectura y entorno un «paisaje» al mismo tiempo nacional y cosmopolita, simultáneamente moderno y natural