Y la mujer que cuelga de la ventana del décimotercero
escucha otras voces. Algunas gritan desde abajo
para que salte; la empujarían. Otras llaman suavemente
desde las veredas, recogen a sus niños como flores y los toman
en sus brazos. La ayudarían a ella, como a sí mismas.
Pero ella es la mujer que cuelga de la ventana del décimotercero,
y sabe que cuelga de sus propios dedos, su
propia piel, su propio hilo de indecisión.
Piensa en Carlos, Margaret y Jimmy.
Piensa en su padre, y en su madre.
Piensa en todas las mujeres que ha sido, en todos
los hombres. Piensa en el color de su piel, y
en las calles de Chicago, y en cascadas y pinos.
Piensa en las noches de luna, y en las frescas tormentas de
| primavera.