No siempre se entiende o se quiere entender cuando una relación empieza a declinar, aunque se trate de un fenómeno irreversible. Eso ocurre siempre unilateralmente. Es uno de los miembros de la pareja el que la cancela, pero las señales que emite, de terminación, son doblemente ambiguas; teme darlas, en primer lugar, y luego el afectado se resiste a recibirlas conscientemente aunque las percibe, desde una nebulosa, con claridad.