La terapia Gestalt sostiene, mediante el concepto de la autorregulación organísmica, que el cuerpo sabe exactamente qué necesita para estar bien y autorregulado, siempre y cuando aprendamos a no interferirlo con nuestras ideas sobre cómo deberían ser las cosas. Del mismo modo, la espiritualidad no se alcanza añadiendo apéndices a lo que somos, sino desnudando el ser de sus múltiples disfraces. La espiritualidad no necesita de adornos.