Qué cambió entonces? Bueno, cambié yo, que no es poco. Supongo que los gustos maduran a medida que lo hace uno. Era normal pues, que con trece años el «Nebraska» de Springsteen me pareciese un disco deprimente. Es como si a esas edades preadolescentes te pones a leer «Los hermanos Karamazov» de Dostoievski. No procede.