Dave Bookless

El desarraigo y la movilidad son lo que caracteriza a nuestro mundo hoy en día.

Los resultados de este desarraigo global masivo son desastrosos. Cada vez más, podemos ver nuestro mundo convirtiéndose en un lugar de desarraigo en las relaciones rotas: ecológica, social, mental y espiritualmente.

Y, sin embargo, fuimos creados para pertenecer a un pueblo y a un lugar. Fuimos diseñados para relacionarnos, no solo con Dios, sino también con una comunidad de gente y con el mundo natural.

Dios reta a los cristianos de hoy a que sean gente que eche raíces profundas en sus comunidades locales y en el medioambiente local como parte de su alabanza.

En un mundo desarraigado, los cristianos creen en un Dios que nos puso en un jardín y nos dijo que lo trabajáramos; que colocó a un pueblo en una tierra y le dio instrucciones de que la cuidara; y que envió a su Hijo a pasar treinta años conociendo un lugar y una comunidad local. Una parte esencial de la alabanza a este Dios es conocer el lugar en el que nos ha puesto. ¡Florece donde te han plantado!

Dios es relacional y nos ha creado como seres relacionales, no solo para que nos relacionemos con él y con los demás, sino también con el mundo que nos rodea.

Formamos parte de la creación, y las primeras tareas que se nos asignaron fueron cuidar del jardín y nombrar a los animales. Con el tiempo he descubierto que es esencial para todos los seres humanos implicarse activamente con el mundo natural. Nos hace bien, nos hace más conscientes de nuestro Creador y otra de las implicaciones es que hace que tengamos menos posibilidades de hacer un mal uso de la Creación de Dios o explotarla.

Uno de los mayores problemas que tenemos en la cultura occidental hoy en día es cómo separamos nuestras vidas en distintos compartimentos diferenciados. El trabajo, la casa, la familia, los amigos, el tiempo libre, la política, las compras y la fe son como habitaciones separadas en un enorme edificio con las puertas bloqueadas entre las distintas habitaciones.

Esta falta de integración se ve claramente en nuestra relación con el mundo natural. Puede ser que sí que creamos que la tierra es del Señor, pero nos resulta fácil mantener esa creencia en la habitación etiquetada como “fe”, y que nunca pase a las habitaciones etiquetadas como “trabajo”, “modo de vida”, “política”, etc

toda nuestra cultura occidental deja a Jesús bien lejos de ser el Señor en lo que respecta a nuestra relación con las posesiones materiales y el mundo natural