Maritza M. Buendía

resalta «un país distinto» con un marcador naranja—. Para que no llegue hasta allá el luto ni el dolor de nadie

No sé cómo explicarlo. Tomé al hombre de la mano y leí su mano. Tomé la pierna y leí su pierna. Leí su estómago, su espalda. Al tocarlo me era posible leer su cuerpo: adivinar su nombre, su edad. Estaba como inspirada, nutrida de algo tibio y delicioso que burbujeaba en mí. Senté al hombre en mi banco y abrí las páginas del libro.

—Durante el antiguo Imperio otomano, como las flores silvestres que brotan con tan poca agua o tan excesivo sol, crecía una niña muy bella. Su madre había muerto de una extraña enfermedad, contagiada por el veneno de un mosquito flechador que uno a uno le entumeció los músculos hasta paralizarle también el corazón.

—Siempre creí que sería más difícil —Susana empieza a hablar—. Que una cosa eran mis sueños y otra mi realidad. Pero no. El paso es tan solo un paso, un transcurrir. Me sorprende la naturalidad con la que he caminado de un lado a otro.

Soy el príncipe que besará a la princesa. La princesa murió de tanto guardarse las palabras hasta que el corazón no pudo más y reventó. Viste una bata de dormir color violeta, tiene las manos entrelazadas en el pecho y lleva todavía su anillo de matrimonio.

—Por eso me esforcé tanto y tanto en borrarle cada uno de mis actos de su memoria.

Un señor me mira de reojo, habla de mí y pregunta a la Abu como si yo no pudiera escucharlo. Quizá soy invisible y no me he dado cuenta. Soy una lámina transparente que no tiene oídos ni boca. ¿Entendiste, Isaura? Las dos somos invisibles.

No llores, Isaura, aguanta. A nosotras nos tocó estar en el equipo de la Abu y no podemos llorar. De cualquier modo, Milena linda no puede besar a su Fernando: se fue al cielo de las muñecas

Es por esto que aquel cuya alma sale por el beso se adhiere a otro espíritu, a un espíritu del que no se separa jamás; esta unión se llama beso.

Señoras y señores, Estámbul es un surtidor de magia, un fabricador de recuerdos… Ninguno de ustedes regresará a casa como antes. Cuando yo los conduzca por el embrujo de nuestras leyendas