De igual modo, esta guerra de sitio a escala masiva implicó a sociedades enteras. La movilización total y el bloqueo difuminaron la distinción entre combatientes y no combatientes. En esta guerra no solo lucharon hombres jóvenes, solteros y fuertes, sino también maridos, padres, hombres de mediana edad e incluso los más débiles. En el interior, las mujeres se hicieron cargo de los trabajos de los hombres movilizados, o bien migraron a la industria armamentística en expansión. Los niños fueron movilizados para la cosecha y para recopilar elementos valiosos para el esfuerzo bélico. Estos civiles, lejos de ser meros auxiliares, se convirtieron en blancos y sufrieron el azote de las privaciones, la malnutrición, la enfermedad y el agotamiento. Muy pronto, vieron cómo la guerra permeaba todos los aspectos de su vida diaria; y no solo los combatientes de los frentes de batalla, sino también las familias que pugnaban por sobrevivir en el interior.