“Supongamos que en mi campo pastoral me he apegado apasionadamente a una mujer. Y advierto que en mí se despiertan instintos que arrastran hacia abajo. Si me esfuerzo entonces por entregar todo mi amor a Dios, ¿no es de esperar que con el tiempo se genere una cierta reserva para con esa mujer? Cuando en las tentaciones se produce alguna alteración física, entonces se hace especialmente necesario aplicar el método positivo. Con el tiempo todas esas tentaciones deben ser expulsadas del alma con la mayor rapidez posible. Vale decir, con la mayor celeridad posible el alma ha de apartar su atención de esas cosas, de lo contrario la concentración durante la lucha se enfocará más en lo físico y lo físico adquirirá mayor fuerza. Toda ocupación prolongada con esas cosas genera una predisposición para similares tentaciones posteriores que calen aún más en lo profundo. Pero si en cambio me empeño por concentrar todo mi ser en una gran meta, en un gran valor, ciertamente padeceré tentaciones, pero tendré una actitud positiva. Y ése es el único método correcto.