Alas de luz

Estoy harta de llorar el camino errado.

gente que se queja amargamente diciendo: «Y a mí ¿quién me quiere?» La respuesta es bien sencilla: «Tú.»

Cierre los ojos, comience a inspirar suavemente por la nariz, sostenga el aire mientras cuenta hasta cuatro y luego exhale o suelte el aire por la boca como en un suspiro, hasta que haya vaciado su abdomen y sus pulmones. Imagínese para ello que usted es un fuelle. Al inhalar aspire relajación, serenidad..., y al exhalar imagine que con el aire sale toda la tensión, enfado, estrés acu

También podemos llamar al arcángel RAFAEL, cuyas funciones consisten en sanar nuestras heridas emocionales y vitales. Está disponible las veinticuatro horas y todos los días del año. Podemos escribirle una carta o hablarle de viva voz.
c) Otra fórmula es llamar tal cual al ángel instructor del vuelo «recuperación de la ilusión y la alegría de vivir». Esta llamada se hará mediante carta o de viva voz.
Llaméis a quien llaméis, no olvidéis reflejar al final de vuestra petición lo siguiente: «Que me sea concedido lo que pido si ello está de acuerdo con la voluntad de Dios y es para mi mejor bien.» Y al final DAD SIEMPRE LAS GRACIAS, los ángeles son muy educados y gentiles y gustan de estos detalles.

no me merecía este dolor. Y, sin embargo, seguro que estaba aquí para enseñarme algo.

Acéptate como eres. No vales menos ni has fracasado

a. Amé, pero con amor del ego, del yo terrenal, y me aferré a ese objeto de mi amor. Quise poseerlo y tenerlo para mí para siempre.

, ya que los miedos son creaciones de la propia mente, energías nuestras vueltas del revés, que cuando se las enfoca con la luz del amor y del coraje muestran su auténtica cara, es decir, la nada

El miedo a volar sola era tal, y me aterraba tanto, que prefería estar en tierra rodeada de oscuridad y desesperación antes que volar libre y feliz por el cielo azul de eternidad. Y todo porque sabía que, en principio, tendría que volar sola muchas millas antes de encontrarme con otras alas de luz.

Un amor que se nutría de ansiedades, vacíos, amarguras y soledades, de estómagos hambrientos que aceptaban cualquier clase de comida con tal de calmar esa ansiedad.