Este confinamiento requiere cuidar de las plantas, ya que son pura vida, cuidar de las mascotas, si es que las tenemos, naturalmente, y ante todo cuidar de los demás y de uno mismo, pero al mismo tiempo acariciar la propia intimidad, el propio silencio, el propio espacio. Porque tenemos mucho que preguntarnos, porque tenemos mucho que replantearnos, porque tenemos mucho que aprender, entre otras cosas que somos vulnerables individual y colectivamente.